EL REINO DE LAS CUATRO LUNAS
Estreno mi nuevo blog con un post muy especial: la presentación del cuento "El reino de las cuatro lunas".
Como cada año, varios profesores de música del CIM "Padre Antonio Soler" nos reunimos para trabajar con ilusión en un proyecto en el que creemos: integrar diferentes lenguajes artísticos y disciplinas en proyectos creativos y musicales.
Así, surge el cuento musical "El Reino de las cuatro lunas", que se estrenará en mayo del presente curso y en el que los niños y niñas de Tercero narrarán un cuento escrito por mí y serán acompañados por profesores del centro: Beatriz Alonso, al fagot, Alberto Román, al contrabajo, María Ángeles Grau, a la flauta travesera y Pablo Sorozábal, al clarinete.
Interpretarán piezas de Antonio Dvorak (bagatellas) y una composición del propio contrabajista, Alberto Román, inédita hasta la fecha, titulada "Melancólica".
En la misma línea, en años anteriores estrenamos "Un misterioso artefacto" y "Aventura en el laberinto".
Ahora nos espera unos meses de ensayo hasta tenerlo todo preparado.
El cuento nos habla de la importancia de adaptarse a los cambios, del trabajo en equipo y de la música como motor de acción. Nos habla de colores, sueños y evolución.
El texto dices así:
EL
REINO DE LAS CUATRO LUNAS
Cuento para grupo de cámara
Cuento para grupo de cámara
Bagatella 1
En un tiempo
remoto hubo un reino llamado el de las cuatro lunas.
Cuatro lunas decoraban
el cielo nocturno.
Cuatro lunas que
acompañaban el paso de las estaciones y el tiempo. Una por estación.
La luna roja
reinaba en las noches del otoño, cuando las hojas de roble se expandían por el
aire y la tierra mojada. Cuando olía a lluvia y setas. Cuando los duendes y las
hadas poblaban los bosques.
La luna azul lo
hacía en las noches de invierno. La nieve lo cubría todo. Los árboles se
volvían del color de la plata. Purpurina helada en los corazones de los seres
aquel reino maravilloso.
La luna violeta
salía en las noches de la primavera. Flores de jara, cantueso y amapolas. Los
habitantes trenzaban sus largos cabellos con flores de colores y olor a jazmín.
Por último, la
luna dorada acompañaba las noches del verano. A los seres de aquel hermoso
reino les gustaba bañarse en cascadas y recogían los frutos de los árboles con
alegría. Y así, el ciclo se cerraba.
Cuatro
estaciones. Cuatro lunas. En un eterno ciclo de vida. Un ciclo continuo.
SILENCIO
Los seres
alados habitaban aquel reino. Eran humanos con grandes alas de colores. Los
colores de la luna: rojo, azul, violeta y oro. Sus alas eran bellas y
poderosas.
Los seres
alados podían caminar y volar. Ambas cosas.
La Mujer Cíclica era la
guardiana del Reino de las Cuatro Lunas. Vivía en el Castillo de los Espejos.
Ella era la
encargada de colorear las lunas en las noches de los solsticios. La música
acompañaba su trabajo.
Cinco seres
alados la acompañaban: Natacha, que tocaba el piano, Tristán, al contrabajo,
Ícaro, encargado de tocar el clarinete, Helena, al fagot y por último,
Penélope, a la flauta travesera.
Los cinco
amigos se reunían en las noches de los solsticios y tocaban bagatellas y bellas piezas mientras la
Mujer Cíclica volaba hasta el firmamento y pintaba la luna con los colores de las estaciones y su pincel
mágico.
MELANCÓLICA
Una primavera,
ocurrió algo diferente. La luna de la primavera desapareció. No había ni rastro
de ella.
Algo así solo
podía ocurrir cuando el equilibrio desaparecía. El ciclo se había roto y debía
ser restaurado.
Sin lunas… el reino iba
a la deriva.
Los cinco
amigos junto a la Mujer Cíclica se sentaron a pensar y consultaron los libros
de sabiduría milenaria. Observaron los espejos del castillo, que a menudo,
reflejaban la realidad que solo unos pocos podían ver.
La luna seguía
en cielo pero era oscura como la noche, había perdido su brillo y su poder.
Sólo la música podría
restablecer el equilibrio.
Entonces,
decidieron construir un telescopio gigante para buscar a la luna entre
estrellas, cometas y agujeros negros.
Un gran
telescopio confeccionado con los espejos mágicos del castillo.
La buscaron durante
muchas noches hasta que, ¡por fin!, la encontraron.
Negra como el
resto del cielo nocturno. Mimetizada, escondida en la negrura, camuflada en la
oscuridad.
SILENCIO
En el castillo
de los espejos, los cinco amigos prepararon pinturas especiales hechas de
música y magia.
El rojo surgió
del fagot. Fuego, amapola y vida.
El azul, del clarinete.
Aire, cielo y mar. Esperanza.
El violeta,
del piano. Flor, fragancias y dulzura.
El dorado, del
contrabajo. Trigo, amaneceres y alegría.
Y por último,
surgió un nuevo color: el plateado. De la flauta travesera. El color de las
estrellas. El color de los sueños. El color de los espejos.
Helena, Ícaro, Tristán,
Natacha y Penélope se sentían felices.
NÚMERO 4: CANON
La Mujer
Cíclica vertió con esmero el líquido resultante en cinco pozos próximos al
Castillo de los Espejos.
Cuando los músicos tocaban,
los pozos, en un acto mágico se llenaban de color. Resplandecían.
Aquella
primavera sin luna se conoció como la primavera de la Luna Negra.
Pero los días pasaron y llegó el solsticio de
verano. Entonces, la Mujer Cíclica cogió su pincel mágico y despegó hacia el
firmamento en busca de la luna negra. La pintaría de nuevo.
NÚMERO 5: ALLEGRO
Los cinco
amigos tocaban desde la terraza del Castillo de los Espejos.
Entonces, de los pozos
que rodeaban el castillo, surgieron los cuatro colores de la luna, como rayos
de color, como bellas cintas de colores que se enredaron en el firmamento,
entre música y estrellas.
Dorado, rojo,
azul y violeta.
En el cielo, la Mujer
Cíclica se vio rodeada de colores en la negrura de la noche.
Entonces, un
nuevo color surgió desde del quinto pozo.
Los cuatro colores se
hicieron uno solo y la luna se pintó de plata.
La luna de plata, la
luna de los cambios de estación, y de los solsticios.
La música seguía
sonando.
Contrabajo,
flauta, clarinete, fagot y piano.
Desde aquella noche,
cinco lunas decoran el reino.
En un tiempo remoto
hubo un reino llamado el de las cuatro lunas.
Cuatro lunas
decoraban el cielo nocturno.
Cuatro lunas que
acompañaban el paso de las estaciones y el tiempo. Una por estación.
Y una luna de
plata que decora nuestros sueños cuando los grandes cambios llegan acompañados
de incertidumbre e ilusión a nuestras vidas.
Música,
mágica, colores y cambios se unen en este reino.
El reino de la Luna de
Plata.
El reino de las cuatro
lunas.
“Si tienes dudas,
Mira la luna.
Si pierdes el camino,
Mira la luna.
Escucha sus murmullos,
Su música y sus
arrullos.
Ella acunará tus
sueños,
En la oscuridad
Ella te guiará hacia la
verdad.
Mira la luna,
De plata y color.
Mira la luna,
De cambios de
estación”.
Patricia García Sánchez
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